sábado, 23 de mayo de 2009

Toma el hacha, hazte la silla...


“Para seguir viviendo, a veces hay que volver a empezar” (de la película “Sueños de juventud”, del director checo Jan Sverák)


Hemos comentado en otros posts como las tecnologías de la información y la comunicación han influido en una nueva visión del docente a la hora de llevar a cabo su labor.

Presentábamos las tres posibles actitudes ante los cambios, el obstruccionista recalcitrante, el escéptico pragmático y el adaptador racional del cambio.

Hoy por hoy, como docentes, o nos encuadramos en el tercer grupo, o no tenemos nada que hacer. Seremos camarones dormidos y se nos llevará la corriente.

Si el cambio está aquí, si la concepción del proceso de enseñanza-aprendizaje se ha tenido que adaptar a los cambios, si la mentalidad de los estudiantes es diferente a la de años atrás, no podemos esconder la cabeza.

Como tutores en la red, tenemos que sacar el máximo partido a las herramientas que esta nos brinda para que ese rol de guías en el trabajo propio del alumno dé los mejores resultados posibles.

Y también como tutores-docentes debemos esforzarnos por tener los conocimientos técnicos suficientes que nos permitan el manejo con soltura de esas herramientas. No será necesario que seamos programadores de alto nivel pero si tener un bagaje suficiente para desenvolvernos cómodamente en la red.

Pero si nos quedamos ahí, solo habremos dado un pequeño paso. La cosa va mucho más allá: tenemos las herramientas, vale; las controlamos y manejamos; de acuerdo.

Pero si no las utilizamos para alcanzar de forma óptima los objetivos, mal uso estaremos haciendo de ellas, serán meros accesorios decorativos.

Debemos usar cada herramienta para un fin e implementarlas todas de forma coordinada y precisa en el proceso de e-learning.

Y en la enseñanza on-line se nos van a presentar los mismos problemas que, como profesores, nos surgen a la hora de gestionar el aula real, aumentados por la no presencia física del alumno.

El factor motivación es muy importante. En una clase presencial, el alumno aunque no esté interesado en las explicaciones del profesor, tiene que aguantar en su sitio aunque esté pensando en sus cosas.

En el aula on-line, el alumno con un simple clic, se marcha.

¿Cómo conseguir que aquellos alumnos que no quieran estar, estén?

Tenemos que fomentar en el alumno la adquisición de competencias no solo cognitivas, sino también socioemocionales, motivándole e implicándole como sujeto activo, capaz de llevar a cabo un aprendizaje autónomo.

En un aula real es sencillo percibir cual es el clima de la misma. Esto resulta más difícil on-line.

Por eso es fundamental la constante preocupación del tutor, la detección de ese clima para mejorarlo fomentando las actitudes positivas de los alumnos, mejorando el clima de aula y aumentando la atención y el control de la clase.

Al igual que en la presencialidad, nos vamos a encontrar on-line alumnos que se esfuerzan, trabajan y conviven en armonía; a este grupo hay que seguir incentivándolos y valorando las metas que alcancen.

También tendremos un grupo intermedio, el grupo “cómodo”, donde se instalará la mayoría (ni destacar por arriba, ni por abajo) y que es el que marca la impronta de la clase.

Es precisamente en este sector donde debemos ejercer el esfuerzo principal, motivando y empatizando con ellos para llevarlos al grupo de cabeza.

Y también habrá una parte de alumnos reaccionarios, obstruccionistas y reacios con los que nuestra labor será acercarlos al grupo intermedio, con acercamiento tanto en el plano personal como en el afectivo.

La metodología también debe adaptarse a los cambios. En la enseñanza on-line hay que buscar la agilidad para evitar el “desenganche” de los alumnos, usando tareas variadas (trabajo individual, en grupos colaborativos e interactivos, etc.).

 O sea, la imaginación al poder. Debemos diseñar actividades variadas, atractivas y que permitan lograr las metas. Puede hacerse si nuestra actitud es responsable y positiva ,que vea el conflicto y la reacción negativa de un alumno como un reto personal a superar por nuestra parte.

Y sobre todo, no pensar que todo se puede hacer on-line. Los procedimientos y gran parte de las actitudes, demandan presencialidad a gritos.

Hay una clasificación de profesorado, un tanto simplista pero que nos puede valer:

-          Profesorado 1-2-3: Su objetivo es dar el temario. Se centra en la materia y el alumno debe adaptarse al mismo.

-          Profesorado YEMA:

Yo: reflexiona sobre sus características personales para conducir la clase y su grado de implicación.

Educo: planificando las clases y colaborando con el equipo.

Materia: domina la materia.

Alumnado: se adapta a la diversidad y da respuesta a todos.

 

Creo que el tipo YEMA es el que mejor responde a una buena gestión del aula y de la construcción del conocimiento por parte del alumno.

A todo esto hemos de añadir el tacto y los recursos necesarios para casos de mediación ante conflictos, estimulación a alumnos desmotivados, persuasión…

Y al frente, nuestro liderazgo como tutores.

¿Qué es difícil?

¿Alguien ha dicho lo contrario?

Claro que lo es; difícil sí, imposible, no. Factible con esfuerzo, entusiasmo, empatía, interés y afán por obtener de los alumnos lo mejor de ellos.

Si no ponemos toda esta carne en el asador, sólo obtendremos un "conejo sin orejas"

Así es que creo que hay que ponerse, cuanto antes, el mono de trabajo y…

¡Manos a la obra!




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2 comentarios:

  1. ¡Qué nivel de cuaderno! ¡Cómo se nota que vas a casa a mesa puesta!

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  2. No, no, es que mezclo placer y negocios y dá tiempo a todo.
    Salutem.
    Luis.

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